El liberalismo es pecado

En una jugosa entrevista con el medio digital ruso Sputnik el filósofo y analista geopolítico Aleksandr Dugin dejó definiciones duras que hacen avanzar el análisis de la presente situación, que es de una III Guerra Mundial “en cuotas”, de descomposición de la hegemonía unipolar de Occidente y de instalación de un nuevo orden multipolar internacional. La ontología de los pueblos-nación, el peronismo y la Cuarta Teoría Política y la desesperación de un liberalismo globalista que da sus últimos manotazos de ahogado en un mundo que cambia, todo eso en esta síntesis.

No hemos aprendido nada

Con todos los ejemplos históricos del juego pendular del poder a la vista, el pueblo argentino optó el pasado 13 de agosto por seguir la jugada. La gran performance electoral de Javier Milei puso de manifiesto que el hartazgo por la socialdemocracia “progre”, saqueadora y cínica de los kirchneristas y los mal llamados “macristas” está maduro para expresarse concretamente en un individuo que se presente como alternativa a la debacle. Y así los socios del pacto hegemónico trabajaron para darle el triunfo en las PASO a Milei. ¿Seguirán haciendo hasta octubre o hasta noviembre para darle el triunfo definitivo?

Necropolítica, porque no hay nada más

Sin poder presentarle a la sociedad un proyecto político viable para las mayorías populares, los dirigentes políticos apelan a la necropolítica —al discurso construido sobre un charco de sangre— para provocar al sentido común y motivar la participación electoral en un contexto de apatía social que ya se parece muchísimo a la anomia. A pocas horas de una elección primaria que en el prospecto se anunciaba con una enorme abstención, se reaviva la controversia entre la “mano dura” y la “mano blanda” en la estela de tres lamentables hechos delictivos. Los dirigentes dirán que no, pero están todos haciendo política con la desgracia y la muerte.

Quiera el pueblo votar

Tras un periodo más o menos largo de indefinición política en el marco de una grieta entre proyectos de país contradictorios, donde uno de esos proyectos representó más o menos los intereses de las mayorías populares, el poder se encuentra con la urgencia por definiciones y manda, en consecuencia, a cerrar la grieta mediante la unidad de los dirigentes. En las elecciones de este año los argentinos no vamos a optar entre distintos proyectos, sino entre candidatos a administrar un mismo proyecto definido de antemano. Hay una simulación en curso y su finalidad es legitimar la expulsión del pueblo del lugar de las decisiones.

Enemigos íntimos

La guerra fundacional de Unión por la Patria es un hecho extraordinario de la política porque salda la discusión que quedó reprimida hace cuatro años al formarse el Frente de Todos. Por primera vez la autoridad de Cristina Fernández para armar listas a dedo está cuestionada y el resultado es una lucha sin cuartel entre los pretendientes al trono. Allí están Daniel Scioli y Sergio Massa, cada cual con una estrategia y un objetivo. ¿Quién tendrá la última palabra en esta contienda entre enemigos íntimos?

Críptica y cristalina a la vez

Como en un manotazo de ahogado, Cristina Fernández intenta darles a sus cuadros medios todas las instrucciones que no dio hasta aquí. Pero se encuentra con el problema de la mediocridad de esos oficiales, quienes no quieren o no tienen la capacidad de comprender los comandos que reciben aun cuando estos se transmiten con mucha claridad. Por otra parte, la militancia se angustia cada vez más con los acertijos propuestos por su conductora y ven, en consecuencia, un panorama muy oscuro en el horizonte. ¿Por qué Cristina Fernández no puede hablarles claramente a sus seguidores y decirles que el poder le exige obediencia como condición para presentarse como candidata?

La ingeniería electoral de Sergio Massa

Más allá de la creencia general en una sencilla y lineal relación entre el éxito o el fracaso de la gestión política y el resultado electoral, en el reverso de la trama Sergio Massa trabaja en la última etapa de una estrategia que viene desplegando hace más de una década para ser presidente. Tras hacer una paciente construcción repleta de intrigas, traiciones y alpinismo político, Massa cuenta con el ungimiento por parte de Cristina Fernández para hacerse con los votos del núcleo duro del kirchnerismo, entrar al ballotage en un escenario de tres tercios y allí dar el batacazo. Su rival, amigo y socio Horacio Rodríguez Larreta lo espera en la formación de una nueva hegemonía poskirchnerista y, por supuesto, posmacrista a la vez.

Crónica de un fracaso anunciado

Como un profeta, Guillermo Moreno anunciaba ya desde el minuto cero el resultado del experimento contra natura de Cristina Fernández con el Frente de Todos. Era la crónica de un fracaso que estaba escrito en las estrellas, expuesto en un programa de televisión mientras el júbilo se apoderaba de la militancia ante la perspectiva de terminar con el régimen macrista. Hoy, con el diario del lunes, es fundamental el reconocimiento y el recuento de la historia, la reivindicación de un dirigente que puso en juego su prestigio para defender la doctrina del peronismo. La caza de brujas siempre es una inutilidad, mientras que la historización de los procesos y su consiguiente autocrítica es un elemento esencial de la construcción política con el fin de evitar la repetición de los errores del pasado.

Nunca fue peronismo

Tras el estrepitoso fracaso de gestión del Frente de Todos y el abandono de Alberto Fernández se abre para el peronismo quizá la etapa más dramática de su historia: la de dar explicaciones habiéndose quedado pegado con una catástrofe económica, social, política y moral. Por primera vez desde 1946 el peronismo ya no es visto por las grandes mayorías como la solución, sino precisamente como parte del problema y lo que supo ser una alternativa, una esperanza siempre al alcance de la mano para superar trances oscuros a lo largo de la historia argentina desde mediados del siglo XX, ahora se señala cada vez más como partícipe de la debacle. ¿Qué hará el peronismo de lo que hizo el entrismo socialdemócrata y progresista del principal movimiento político de masas en América?

Es demasiado tarde para exigir, Máximo

A destiempo e inútilmente el kirchnerismo intenta despegarse del fracaso del gobierno de Alberto Fernández borrando mediante la crítica mordaz al presidente anulando los rastros de su participación en el Frente de Todos, lo que en sí tendría lógicamente que tener pocas chances de funcionar: el Frente de Todos y el propio presidente son creaciones de Cristina Fernández y fueron defendidos por el kirchnerismo hasta bien entrado el año 2022, cuando ya la catástrofe que se avecinaba era evidente. Ahora aparecen las “críticas” de quienes reprimieron y censuraron a los críticos verdaderos, a los que intentaron tempranamente forzar un cambio de rumbo en el gobierno. Por estupidez o, todo lo contrario, por pasarse de vivo, el kirchnerismo llega tarde al lugar de oposición para intentar salvar el honor en las elecciones de octubre. ¿A cuántos incautos lograrán embaucar esta vez los dirigentes que estuvieron cómodos en un lugar de complicidad y ahora se hacen los desentendidos?
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