La soberanía en stand-by

Las decisiones políticas tomadas por el actual régimen de Javier Milei en la cuestión de la administración del troncal Paraná-Paraguay —la mal llamada “Hidrovía”— resultan en la pérdida quizá definitiva del control de la principal vía de comunicación comercial de nuestro país. Esa es una infamia al legado histórico de la Vuelta de Obligado y un atentado contra la soberanía nacional materializada en ingresos millonarios que dejan de entrar a las arcas del Estado en un momento de extrema necesidad. La soberanía de nuestro territorio nacional está en stand-by.
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En anteriores artículos nos hemos referido en numerosas oportunidades a la ausencia argentina en la administración del Atlántico Sur, a la pesca ilegal y a la presencia del Reino Unido de Gran Bretaña en la estratégica área austral controlando el tránsito hacia el Pacífico, el Índico y su proyección a la Antártida. En esta ocasión reseñaremos las decisiones políticas que está tomando el nuevo gobierno argentino respecto a la administración del troncal fluvial Paraná-Paraguay y el Río de la Plata, perdiendo el control de la principal vía comercial argentina y dificultando una comunicación directa y autónoma fluvial-marítima de Argentina.

Hagamos una pequeña síntesis previa. A instancias de Juan Manuel de Rosas, el general Lucio Mansilla enfrentó a la escuadra anglo-francesa en la batalla de la Vuelta de Obligado el 20 de noviembre de 1845. Ingleses y franceses pretendían colonizar nuestro país relacionándose en forma directa con Corrientes, Entre Ríos, Santa Fe y Paraguay sin la intervención de Buenos Aires y desconociendo la autoridad de Rosas en las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. Se trató de la ofensiva de una importante flota muy superior en cantidad y modernidad a las escasas naves argentinas. Los sucesivos combates que siguieron a Obligado —como Quebracho, donde el invasor sufrió grandes pérdidas— hicieron desistir de este proceso colonizador, por lo que la gesta de Obligado fue muy importante para la consolidación nacional y un desaliento a aquellos adeptos de las “potencias civilizadoras”. Por tal razón, en 1974 se sancionó la ley 20.770 declarando Día de la Soberanía Nacional el 20 de noviembre, una fecha patria que las actuales acciones gubernamentales desdibujan.

Mucha agua pasó bajo el puente desde 1845 y nuestro país llegó a tener en 1952 una de las flotas mercantes más importantes y modernas del mundo, con un gran desarrollo de los astilleros nacionales, ambas cosas destinadas a fortalecer la industria, la navegación y el comercio. Se firmó en 1973 el Tratado del Río de la Plata, en el que no solo se finalizaron los conflictos limítrofes con Uruguay, sino que se acordó una zona común de pesca en un área de las zonas económicas exclusivas de ambos países. Un hito histórico suramericano de explotación y cuidado ambiental entre dos naciones vecinas y otros hechos relevantes de protección regional como el establecimiento —a instancias de Brasil— de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur acordada por todos los países de África occidental y de América oriental y consolidada en 1986 por la Resolución 41/11 de las Naciones Unidas (ONU).

Esta resolución de la ONU tiene entre otros objetivos que “todos los Estados se abstengan de emprender cualquier actividad que pueda crear o agravar situaciones de tensión y de posible conflicto en la región”. Por otra parte, con la promulgación en 1994 de la ley 24.385 la Argentina aprobó el Acuerdo de Transporte Fluvial en los ríos Paraguay-Paraná con las Repúblicas de Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay, el que tuvo por objeto la protección, cooperación, autonomía y mejora del comercio regional y demostraba la vocación de resolver el desarrollo regional y el transporte entre los vecinos, sin injerencias extrañas.

En la batalla de Vuelta de Obligado el General Mansilla defendió por orden de Juan Manuel de Rosas la soberanía del territorio contra el intento de recolonización por parte de Francia y Gran Bretaña, las dos potencias mundiales de la época. Toda esa gesta monumental queda vaciada de sentido hoy por el entreguismo en la cuestión de la mal llamada “Hidrovía”. Los dirigentes son indignos del legado histórico nacional-popular y dejan vulnerable al pueblo-nación argentino frente al saqueo neocolonial.

La vía fluvial Paraguay-Paraná es un sistema natural de la Cuenca del Plata, con una extensión de 3.442 kilómetros navegables desde Puerto Cáceres (Brasil) hasta Nueva Palmira (Uruguay) y 250 kilómetros más hasta el mar. En ella hay 73 puertos argentinos, de los cuales 23 están en Buenos Aires, 1 en Corrientes, 5 en el Chaco, 9 en Entre Ríos, 1 en Formosa, 1 en Misiones y 33 en Santa Fe. Navegan en ella unos 4.000 buques oceánicos de bandera extranjera que en 2020 transportaron 74 millones de toneladas de carga, lo que representa el 83% de los graneles sólidos y líquidos que exporta Argentina, además de 19 millones de toneladas de carga de cabotaje. Cada año circulan también 146 mil contenedores, 750 mil vehículos y 320 mil pasajeros por un valor FOB que según datos provistos por el analista económico especializado en compañías y sectores industriales Fabián Lugarini es superior a los 70 mil millones de dólares.


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