Adiós, camarada Lenin

‘Goodbye Lenin!’ es una joya de la cinematografía teutona que nos permite adentrar en la realidad de una Alemania que se reunificaba y entender, a partir de allí, la magnitud de la catástrofe que significaron la caída del Muro de Berlin y la desintegración de la Unión Soviética.
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En el universo del cine, algunas películas son verdaderas obras de arte y otras, en cambio, son piezas educativas de enorme utilidad para comprender el mundo. Pero Good Bye, Lenin (Alemania, 2003. 121 min.) es de una clase especial, de esas que son obras maestras de la cinematografía y además tienen un contenido de altísimo valor para la educación de los pueblos. En esta película que emociona de principio a fin, sobre todo a quienes fuimos contemporáneos de los hechos históricos retratados en paralelo a la trama central del film, buena parte de la historia del mundo pasa delante de los ojos del espectador.

Alexander Kerner (representado por un descollante Daniel Brühl) es un joven de la República Democrática Alemana (o Alemania Oriental) que no ya no puede disimular su aburrimiento cuando de pronto empiezan a darse los sucesos que finalmente resultarían en la caída del Muro de Berlín y el fin de toda una era. Agobiado por la modorra de un sistema demasiado burocrático en el que los jóvenes no tenían muchas opciones para canalizar su energía, Alexander vive en un pequeño departamento de Berlín oriental junto a su hermana Ariane (Maria Simon) y su Madre, Christiane (Katrin Saß), una mujer que luego de ser abandonada por un marido que se fugó a Occidente y de sufrir la presión de la Stasi —la temida policía secreta del régimen socialista, cuyos agentes sospechaban de una complicidad suya en la deserción del marido— se convierte en una fervorosa militante del socialismo alemán.

Para romper el aburrimiento, Alexander empieza a participar en marchas y concentraciones opositoras al gobierno de Erick Honecker, hasta que es sorprendido en una de esas marchas por su madre, quien se dirigía en taxi a un evento oficial conmemorativo de los 40 años de la fundación de Alemania Oriental. Al ver a su hijo entre los manifestantes opositores a la causa que con tanta pasión ella misma defendía, Christiane sufre un colapso nervioso y se desmaya en plena calle. Alexander intenta ayudarla, pero es arrestado por agitación en el momento y va a dar con los huesos al calabozo mientras Christiane es llevada al hospital.

Afiche de ‘Good Bye, Lenin’, una obra maestra del cine alemán que es de consumo obligatorio para quienes quieran conocer la historia desde el punto de vista de los subalternos, invisibles para los libros y manuales.

Christiane cae en coma durante ocho meses y, al despertar, los médicos concluyen que un nuevo disgusto podría ser fatal, por lo que les recomiendan a sus hijos que la tengan entre algodones y sin acceso a las malas noticias. El problema es que mientras Christiane dormía el Muro de Berlín se derrumbaba y se llevaba al régimen socialista de Honecker. Y allí empieza el dilema: ¿Ponerla o no al tanto a Christiane de las noticias, que están al rojo vivo?

Sus hijos optan finalmente por no hacerlo y Alexander se esmera entonces en crear un mundo de fantasía para su madre, uno en el que la Alemania Oriental seguiría existiendo en su habitación, de donde ella no debía salir. Y ello Alexander Kerner empieza a descubrir el país en el que supo vivir antes de la caída del Muro de Berlín. Acosado ahora por el vértigo de un sistema capitalista que se impone brusca y brutalmente sobre el pueblo, Alexander va recordando con nostalgia la vida bajo el régimen anterior a medida que va recreando ese mundo superado para su madre.


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