Alberto en el espejo de Zelig

Como de costumbre, Alberto Fernández volvió a endulzar el paladar de los kirchneristas con un discurso de reivindicación de los países a los que el kirchnerismo considera aliados en la política regional y fueron excluidos de la Cumbre de las Américas por un autoritario Joe Biden. Pero a esta altura se hace muy difícil pensar que ya en su próxima intervención pública Fernández no volverá a mimetizarse con el entorno diciendo todo lo opuesto a lo anteriormente dicho. Fernández es un perfecto personaje que Woody Allen pudo anticipar.
Woody allen

El discurso de Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas parece confirmar su parentesco con ese fabuloso personaje creado por Woody Allen en 1983 y que suele utilizarse como metáfora para describir ciertos comportamientos políticos acomodaticios. Me refiero a Zelig. Según se cuenta en la película filmada bajo la lógica de un falso documental, Leonard Zelig era un caso estudiado por la ciencia porque tenía la capacidad de metamorfosearse adoptando las características de quien tuviera cerca.

De hecho, Zelig era todo un ejemplo de adaptación: se transformaba en psiquiatra entre psiquiatras, francés entre franceses, obeso entre obesos, negro entre negros y chino entre chinos. Cambiaba su fisonomía, su volumen corporal y hasta sus rasgos según la circunstancia como el propio Alberto que puede ser opositor en TN y oficialista en C5N; desarrollista para impulsar un acuerdo porcino y vegano para oponerse al mismo; radical y peronista; spinettiano y litonebbista; bizarrapista y L-gantista; lenguajeinclusivista y lenguajeexclusivista.

Lo cierto es que los médicos no se ponen de acuerdo, hasta que una doctora sugiere que el problema de Zelig no es fisiológico sino psicológico y en una sesión de hipnosis el paciente acaba confesando que su camaleónica identidad es la manera en que su organismo se ha adaptado a la necesidad de sentirse seguro.

Como en esta columna, a diferencia de lo que hacen prestigiosas publicaciones, evitamos los análisis basados en la psiquis de los políticos, dejemos abierta la cuestión acerca de las razones para las transformaciones de Alberto, pero lo cierto es que si el discurso en la Cumbre lo hubiera pronunciado CFK, el kirchnerismo más duro estaría hablando de la valentía y de la continuidad gestual e ideológica de las intervenciones de Néstor Kirchner.

Sin embargo, en la boca de un presidente cuyo archivo y presente lo condenan, puede ser visto como una de las tantas adaptaciones que quedará atrás ante nuevas circunstancias, seguramente en línea con la zigzagueante política internacional que ha adoptado el actual gobierno.


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