Argentina en crisis. Por la tarde, clase de natación

En un país tan enigmático e intenso como la Argentina, donde en una semana ocurren más conmociones que en toda una década de cualquier país considerado estable, la incapacidad inherente al hombre a la hora de valorar correctamente los eventos del presente aparece como una anestesia. El argentino vive constantemente bombardeado por noticias de shock y es probable que haya perdido su sensibilidad ante la realidad hasta el punto de normalizar incluso lo más inaudito.
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El 2 de agosto de 1914, Franz Kafka escribía en su diario una sentencia perturbadora, podría decirse, verdaderamente kafkiana: “Hoy Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, clase de natación”.

El segundo mensaje que podría seguirse de esa anotación es que no se toma real dimensión de los eventos mientras suceden y, como diría Hegel de la filosofía, siempre llegamos tarde. Este último punto no está tan mal porque al menos ayuda a combatir estos tiempos donde cada día añoramos estar formando parte de hechos que cambiarán la historia cuando como mucho acaban destacándose en una story de Instagram. Pero podría ser, simplemente, que Kafka, como quizás buena parte del mundo, no estuviera comprendiendo lo que allí se estaba gestando. No sería, entonces, ni la primera ni la última vez que, con el diario del lunes, todo se vea diferente y claro.

Se trata de una frase que ha tenido un sinfín de interpretaciones y que hasta le ha valido acusaciones, entre ellas, la de banalizar el inicio de lo que sería un período de 30 años de horror y/o demostrar el nivel de ajenidad respecto de la realidad. Sin embargo, a los fines de estas líneas, voy a destacar otras dos interpretaciones posibles, para nada originales, por cierto: la primera sería la que muestra que los grandes sucesos, quizás los más atroces, aquellos capaces de cambiar el destino de la humanidad, son naturalizados y se mezclan con nuestras más banales actividades diarias. No se trataría así del escritor viviendo en la burbuja ni menospreciando un evento como éste sino la demostración de que convivimos con el horror y que aun en ese horror intentamos continuar con una “vida normal” en la medida de lo posible.

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Como suele ocurrir con la generalidad de su obra, la observación de Franz Kafka sobre el inicio de la I Guerra Mundial sigue generando polémica hasta los días de hoy, aunque pudo haberse tratado de un testimonio de época sobre la incapacidad inherente al hombre en aquello de comprender la profundidad de un hecho mientras este ocurre. Los historiadores con el llamado diario del lunes siempre ven las cosas de un modo muy distinto al de los contemporáneos de los eventos mientras ocurren.

Creo que en Argentina pasa bastante de esto: naturalizamos sucesos conmocionantes y, al mismo tiempo, no tomamos la dimensión de lo que nos pasa hasta mucho tiempo después de sucedido.

Probablemente cada país pueda afirmar algo parecido, pero no es menos cierto que la Argentina tiene algo de enigmático que se ve con claridad cuando tenemos la posibilidad de conversar con algún extranjero. El qué pasa en Argentina es una pregunta recurrente que inmediatamente se transforma en por qué les pasa y esas preguntas tan amplias son las más difíciles de responder porque tenemos que alejarnos, abstraernos del detalle pequeño de la internita y ver las grandes tendencias.


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