Civil War: ¿quiénes son los buenos?

Alejándose del estereotipo hollywoodiano que impone al espectador los juicios de valor “necesarios” determinando claramente quienes son los buenos y quienes son los malos para bajar un línea política, la película ‘Civil War’ invita a la reflexión ubicando a quien está del otro lado de la pantalla en un estado de permanente incomodidad. La película rompe el molde y así se acerca a realidad concreta de la política, en la que no hay buenos y malos sino una compleja trama de intereses en pugna a la que conviene observar sin los prejuicios que durante décadas el cine ha instalado en la conciencia colectiva.
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Los detalles no abundan. Se sabe que hay una guerra y que esta guerra es civil. También se sabe que el presidente es un payaso. A todos se nos ocurren nombres propios que cuadran con esta descripción, pero estoy hablando de Civil War, una película demasiado verosímil para ubicar en el género distópico.

De hecho, no parece casual que el film esté ambientado en Estados Unidos y que el director y guionista, el británico Alex Garland, el mismo de Ex Machina, Devs y Annihilation, confesara que comenzó a imaginar la trama en el año 2020, esto es, en el marco de las elecciones que le dieron el triunfo a Biden y que derivaron en la toma del Capitolio por parte de seguidores de Trump.

Ha habido buenas reseñas que cuentan los detalles de la película, de modo que remito a éstas si pretenden ahondar algo más. En lo que a este texto respecta, alcanza con indicar que se trata de una road movie en la que un periodista al volante acompañado de un reportero veterano, una fotógrafa de guerra experimentada y una temeraria veinteañera que hace sus primeras armas en la fotografía se dirigen hacia Washington para intentar tener en exclusiva las que podrían ser las últimas palabras del presidente.

En ese raid correrán peligro sus vidas más de una vez y retratarán masacres y torturas que exceden largamente las “normas” de esta guerra que enfrenta a las fuerzas leales al gobierno con las fuerzas occidentales secesionistas de Texas y California. El modo en que está filmado, los detalles del sonido y el ida y vuelta entre las imágenes en blanco y negro de las fotos que los reporteros van obteniendo y el desarrollo de la película hacen que valga la pena vivir la experiencia en el cine, pero no es del entretenimiento en sí de lo que me interesaría hablar.

Lo diré en primera persona: al ver el tráiler y la sinopsis pensé en encontrarme con una película anti Trump lanzada adrede en el año de elecciones para levantar polémica. En este sentido, imaginé una gran cantidad de lugares comunes respecto de buenos y malos. Afortunadamente me equivoqué y ello me motivó a escribir estas líneas, máxime cuando, tras ver la película, decidí indagar en las críticas que la misma había recibido y en los reportajes que el propio Garland había brindado.


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