Como abrazo de oso

Incapaces de aprender de sus propios errores y tampoco de los errores del vecino, los dirigentes del campo nacional-popular en la región rifan su capital político en desesperadas movidas con la finalidad de recuperar el poder en el Estado. Las alianzas contra natura fracasan e igualmente siguen multiplicándose, enajenando el favor de los militantes y además exasperando al pueblo al no poder cumplir con lo prometido. El modelo de coalición del Frente de Todos se replica en Brasil y es probable que los resultados sean los mismos.
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Teniendo a la vista el fracaso del gobierno del Frente de Todos en más de dos años de claudicaciones y retrocesos, el Partido de los Trabajadores de Brasil se apresta a entrar en alianzas similares con el fin de ganar las elecciones de octubre de este año. Este es el dato duro de la realidad, la información de que en el vecino país alguien —o mucha gente— cree en hacer una y otra vez lo mismo esperando resultados diferentes. Esa es la brillante definición de locura atribuida a Albert Einstein: es tropezar dos o varias veces con la misma piedra teniendo la convicción de que en una de esas la piedra no va a estar allí.

Los argentinos hoy sabemos lo que solo pudimos haber sabido en 2019 si hubiéramos apelado a antecedentes históricos lejanos geográfica e históricamente, no pudimos saber de antemano que unir en una misma fórmula a dos o más dirigentes cuyos principios y valores difieren entre sí mutuamente debe necesariamente resultar en un desastre. Aquí las alianzas siempre fueron por cierta afinidad ideológica, sin mezclar el agua y el vino. Pero precisamente en Brasil ya habían hecho la experiencia obteniendo como resultado un gobierno en la práctica de un signo muy distinto al que se presentara en las elecciones. Con un poco de historizar en su propia historia reciente, los brasileños podrían saber sin la necesidad de recurrir a la experiencia argentina que se están embarcando en un viaje cuyo destino es la traición.

Ese es el relato que analizamos en esta edición de Hegemonía, la 50ª. en una serie ininterrumpida desde febrero de 2018. En esta edición cincuentenaria vamos a profundizar en una muy interesante coyuntura de la historia: la de la apertura democrática luego de dos décadas de dictadura en Brasil. Allí, para sortear las innumerables chicanas que los militares salientes imponían para garantizarse a sí mismos una retirada ordenada, distinta a la que se había producido unos meses antes aquí mismo en la Argentina, las fuerzas políticas democráticas de los más variados signos ideológicos resolvieron que era una buena idea unirse bajo el paraguas de un frente amplísimo para derrotar electoralmente a los que querían continuar la dictadura con un gobierno civil. Y ya verá el atento lector que el resultado no difiere en mucho al cosechado aquí con el Frente de Todos.

Y es que la capacidad de aprender no solo de los errores propios, sino además de los errores del otro, parecería ser una exclusividad de los de arriba, de la fuerza brutal de la antipatria. Viendo que la dictadura en la vecina Argentina había terminado en juicios a los jerarcas militares por los crímenes cometidos durante el proceso, los jerarcas militares de Brasil comprendieron que la apertura debía ser controlada, no podía ser simplemente volver a los cuarteles entregándoles a los civiles el poder en el Estado y que hagan ellos lo que mejor les parezca. Es por eso que los militares brasileños impidieron la realización de elecciones directas y forzaron el colegio electoral, donde muy hábilmente penetraron con sus cuadros en ambas listas en pugna. Así, sin importar qué formula resultara ganadora en la compulsa, la “transición ordenada” —que es la no revisión del pasado inmediato— quedaba asegurada.

Entonces ellos observaron el error del vecino y se dispusieron a no repetirlo, buscaron el resultado distinto mediante la aplicación de un método distinto. Eso es exactamente lo opuesto a lo que hace hoy el Partido de los Trabajadores con el agravante de que “Lula” da Silva, su principal referente y artífice de la alianza contra natura con el enemigo ideológico, había participado activamente de aquella coyuntura como opositor a la dictadura que se salió con la suya. Y con otro agravante todavía más escandaloso: el de que la representación del enemigo ideológico que será ahora el compañero de fórmula de “Lula” da Silva es Geraldo Alckmin, otro que tuvo participación en aquella coyuntura, aunque precisamente como aliado de la dictadura.


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