El BRICS como instancia de soberanía nacional

En plena guerra de Rusia contra Occidente en Ucrania el BRICS realiza una cumbre entre los líderes de sus países miembros, dándole a Occidente una poderosa muestra de unidad y fuerza. El cambio en el ordenamiento geopolítico a nivel mundial es una realidad, la hegemonía unipolar de los Estados Unidos se muere y nace lo nuevo. ¿Qué lugar tendrá que ocupar la Argentina como potencia emergente en ese nuevo orden mundial multipolar?

Un nuevo ordenamiento multipolar para el mundo sobre la base de la cooperación y el beneficio mutuo, esa es la consigna de la XIV Cumbre del BRICS que este año se organiza desde China con la presencia virtual de los líderes de los países que forman el bloque. El BRICS es una alianza entre Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, cinco naciones que son potencias emergentes y cuyas población y extensión territorial combinadas representan una buena parte del mundo. Entre esos cinco países se combinan casi 3,2 mil millones de habitantes en un territorio de casi 40 millones de kilómetros cuadrados. El BRICS es un gigante.

Pero eso no es todo: las naciones del BRICS tienen ingentes recursos naturales, su producto bruto interno (PBI) ha crecido exponencialmente en las últimas décadas y también se ha incrementado en igual medida su participación en el comercio global. Frente a la actual hegemonía unipolar con los Estados Unidos a la cabeza y simbolizada en el G-7, que es el grupo de los países más económicamente desarrollados en la actualidad, el BRICS aparece como un desafío concreto a dicha hegemonía y además con un proyecto geopolítico alternativo. No es solo una cuestión de oponer un grupo de naciones a otro, sino de cambiar las bases sobre las que se desarrollan las relaciones políticas internacionales desde finalizada la II Guerra Mundial.

Como se sabe, del triunfo aliado en aquella que fue la última guerra a escala global resultó un orden geopolítico bipolar en el que Occidente y Oriente se repartieron el control del planeta en dos polos ideológica y prácticamente opuestos, a muy grandes rasgos el liberalismo de los Estados Unidos y el socialismo de la Unión Soviética. Estas fueron las dos superpotencias que emergieron triunfantes de la II Guerra Mundial para, en el marco de una Guerra Fría entre ambas, disputarse de ahí en más el liderazgo universal. Toda la política internacional quedó en lo sucesivo condicionada a ese empate hegemónico.

Ese tenso equilibrio entre dos superpotencias habría de romperse unas cuatro décadas más tarde, a principios de los años 1990, al disolverse la Unión Soviética. Terminaba allí la Guerra Fría con el hundimiento del campo socialista en el Este luego del triunfo de los Estados Unidos, de la alianza liberal de Occidente cuya expresión en lo militar es hasta los días de hoy la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Y el resultado lógico fue un ordenamiento global unipolar en el que todo el poder fáctico se concentró en manos de las corporaciones occidentales, simbolizadas y defendidas estas por las armas de la OTAN. El ordenamiento geopolítico resultante del fin de la Guerra Fría dura hasta la actualidad y es precisamente el que los BRICS se disponen ahora a cuestionar.

Las juventudes hitlerianas, en un desfile durante la II Guerra Mundial. Con la derrota de la Alemania nazi y el Eje, los Estados Unidos y la Unión Soviética emergieron como superpotencias mundiales y establecieron un orden geopolítico global en el que Occidente y Oriente se disputaron el liderazgo universal. Esa fue la Guerra Fría entre Washington y Moscú, la que duró hasta la disolución de la URSS en 1991. Desde entonces existe un orden mundial unipolar que hoy las potencias emergentes se disponen a desafiar con el BRICS.

La tesis del BRICS es la de que un orden mundial multipolar, en el que el poder estaría distribuido en distintos polos y ya no concentrado en uno solo, resultará en una economía global de más cooperación y menos explotación de los débiles por los fuertes, que es la propia definición del imperialismo. Contra el ordenamiento unipolar que hacen los Estados Unidos con el apoyo de los demás países del G-7 (Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) y otros asociados subalternos, los miembros del BRICS proponen darles a las potencias emergentes un mayor protagonismo en un proceso democrático de toma de decisiones sobre lo que hace a la economía global y al equilibrio de un mundo en crisis.


Este es un contenido exclusivo para suscriptores de la Revista Hegemonía.
Para seguir leyendo, inicie sesión o suscríbase.

No puedes copiar el contenido de esta página

Scroll al inicio
Logo web hegemonia

Inicie sesión para acceder al contenido exclusivo de la Revista Hegemonía

¿No tiene una cuenta?
Suscribase aquí

¿Olvidó su contraseña?
Recupérela aquí.

¿Su cuenta ha sido desactivada?
Comuníquese con nosotros.