Al empezar un nuevo año, en el que La Batalla Cultural cumple su primera década de existencia, la Argentina y el mundo se encuentran en serias encrucijadas. En estas latitudes el problema es un nuevo gobierno que llega con la decisión de imponer la doctrina del shock muy en desmedro de los intereses colectivos del pueblo-nación, llevando hasta el límite de la tolerancia un ajuste fiscal que, según la receta ortodoxa del propio gobierno, es condición sine qua non para corregir las distorsiones económicas generadas en los últimos diez años, que fueron los de la década perdida y de la debacle nacional.
En el plano internacional parecerían precipitarse los tiempos y acelerarse la definición del tránsito entre el orden mundial unipolar hacia otra cosa, tal vez un sistema-mundo multipolar más parecido al que existió antes de la I Guerra Mundial a principios del siglo pasado. Las tensiones localizadas son innumerables y están por todas partes, aunque una de ellas parece ser la que finalmente va a hacer estallar esta bomba de tiempo: la crisis en Oriente Medio con la brutal invasión de Israel a Gaza, que puso en pie de guerra a medio mundo.
A primera vista podría parecer que se habla de cosas muy distintas entre el cabotaje y la geopolítica, la verdadera política, como decía el General Perón. Pero esa apreciación es ilusoria. Una observación más detallada de todo el escenario arrojará como resultado que el advenimiento de Javier Milei como presidente en Argentina está íntimamente relacionado, como una tensión localizada más, con el ruido de tambores de guerra que suenan en otras latitudes. Y si bien los argentinos hemos sido adiestrados a lo largo de los años para creer en nuestra propia insignificancia y desconexión relativa del concierto de las naciones, una segunda mirada demostrará que eso no es así.
En esta nueva edición de nuestra Revista Hegemonía, la 71ª. camino al sexto aniversario de esta publicación dedicada a la observación del reverso de la trama, el atento lector verá un análisis detallado de los símbolos explícitos e implícitos que permiten llegar a la conclusión de que la imposición de Milei como presidente —en una elección donde todos los demás candidatos fueron digitados con el fin de que Milei resultara electo— es un capítulo más de una estrategia global: la de las élites globales, interesadas estas en hacer el nuevo orden mundial naciente a su voluntad.
Dirímase o no la cuestión de quiénes van a tener la manija en el nuevo orden a los tiros, el problema económico es y seguirá siendo la constante en todo presupuesto, ya sea en el bloque occidental como en el oriental, tanto para los Estados Unidos y sus aliados como para China en su lucha sin cuartel por determinar dónde estará el centro del mundo para lo que queda de este siglo, por lo menos. Y si el problema económico es central, también central será una Argentina sentada sobre el octavo territorio más extenso y el sexto más rico del mundo. En una palabra, cuando las potencias se peleen entre sí el resultado se definirá a favor del que controle más recursos y la Argentina los tiene en sobreabundancia.
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