Los profetas del odio

El escándalo de los periodistas en los medios tradicionales es una enorme contradicción frente a los contenidos que esos mismos periodistas venden todos los días como si se tratara de la verdad revelada. Con el poder de formar la opinión de millones, los operadores mediáticos enseñan a odiar y a despreciar al disidente hasta que eso resulta en un hecho dramático como el del atentado contra Cristina Fernández. Cuando eso pasa, los profetas del odio se rasgan las vestiduras desentendiéndose de su obra, pero el buen sentido común popular ya los tiene identificados.
202209 6 00

El activista estadounidense por los derechos de los negros Malcolm X dijo alguna vez lo siguiente: “Los medios son la entidad más poderosa del mundo. Ellos tienen el poder de hacer pensar que el culpable es inocente y que el inocente es culpable, y eso es poder. Porque los medios controlan las mentes de las masas. Si no tienen cuidado, los medios harán que ustedes amen al opresor y odien al oprimido. Si no tienen cuidado van a odiarse ustedes mismos y amar al manipulador mientras este los destruye”.

Estas palabras que parecerían estar pronunciadas hoy mismo eran ya vigentes hace casi un siglo, siendo Arturo Jauretche uno de los pensadores criollos que mejor supieron ver cómo estas auténticas máquinas de crear odio llamadas medios masivos de comunicación operan en todo momento sobre nuestras mentes para llevar adelante lo que el propio Jauretche calificó de colonización pedagógica.

¿Y qué es la colonización pedagógica? Pues, es precisamente ese proceso por el que los medios de comunicación (en la actualidad incluidas las redes sociales) operan sobre la población civil infiltrando ideas exógenas a su propio interés y tal como lo planteaba Malcolm X incitándola a que se odie a sí misma y ame a su opresor.

Una de las cuestiones más salientes que dejó como saldo el atentado sufrido por Cristina Fernández con un tipo martillando dos veces un arma de fuego contra su cabeza en plena vía pública y en medio de un tumulto de personas que aguardaban por la dos veces presidenta para saludarla al llegar a su hogar, ha sido justamente un llamamiento de parte de los propios medios de comunicación a terminar con los “discursos de odio”.

Pero eso no deja de ser gracioso pues son ellos, los propios medios, los que instalan esos discursos y se alimentan de la llamada grieta para facturar pingües contratos de publicidad, además de para difundir la agenda ideológica funcional a la élite dominante global de la que todos los conglomerados mediáticos de cada uno de los países dependen en mayor o en menor medida, pues esta es su propietaria directa o indirectamente.


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