Qué es el peronismo

Más allá de las innumerables interpretaciones libres que hace la política para servirse de su legado, el peronismo tiene una base filosófica determinada y no sirve —como parecerían creer algunos— tanto para un barrido como para un fregado. El peronismo es un proyecto integral de tercera posición nacionalista cuya utilidad es la liberación nacional con justicia social puertas adentro y nada tiene que ver con las pretensiones de derecha y de izquierda por apropiarse de sus símbolos, de su predicamento entre las mayorías populares en Argentina.

Más allá de un periodo histórico de gobierno, el peronismo como movimiento político goza de un corpus doctrinario completamente original y que se distingue de las posturas ideológicas antagónicas de su época. La tercera posición es un tópico del que ya poco se habla y que sin embargo resulta interesante para comprender los alcances del peronismo por fuera de sus políticas de gobierno en un periodo delimitado de tiempo, como fundamento filosófico de todo un movimiento de liberación nacional.

La gestión de gobierno de Juan Perón y su relación con el movimiento obrero organizado, sus principales políticas de gobierno y los lineamientos prácticos de su política económica son tema de debate y recurrentemente se citan de derecha a izquierda del espectro político e incluso mediático como ejemplos de lo que se debe o no se debe hacer, pero en los tiempos que corren poco se dice de los fundamentos trascendentes de esas políticas, si los hubiere.

Lo original del peronismo a primera vista en términos doctrinarios es en el contexto de inicios de la guerra fría una declaración taxativa de distancia tanto del marxismo como del liberalismo. La tercera posición, “ni yanqui ni marxista”, ha constituido todo un misterio para más de un pensador pues unos han querido emparentar al peronismo con uno de los polos, otros con el otro y otros con alguno de los movimientos que se autoproclamaron de tercera posición, como el fascismo de Benito Mussolini en la Italia de los años 1920 a 1940. Del justicialismo se ha dicho también que es la versión política del cristianismo, heredero de la doctrina social de la Iglesia Católica e inspirado acaso en una lectura político-práctica de la encíclica Rerum novarum del Papa León XIII.

Es decir, existen tantas lecturas del peronismo como lectores del mismo y por eso la mejor manera de llegar a conocer el fenómeno es volviendo a las fuentes independientemente de las interpretaciones que se hayan hecho de él. Y para ello resulta de utilidad regresar a abril de 1949, ocasión en que siendo presidente de la Nación el General Perón cerraba un Congreso Nacional de Filosofía celebrado en la provincia de Mendoza, donde leyó un discurso cuya autoría algunos historiadores discuten pero que sin embargo sería publicado en forma de libro tiempo después bajo la firma de Perón. Se trata de La comunidad organizada, título con el que se conoce hasta nuestros días a esa conferencia.

‘La comunidad organizada’, texto del discurso de Juan Domingo Perón en el cierre del Primer Congreso Nacional de Filosofía realizado en Mendoza. Allí Perón expone brillantemente las bases filosóficas de su política, la que habría de ser inmanente mucho más allá del propio Perón.

Pero volvamos a las interpretaciones del fenómeno. Respecto de la pregunta acerca de qué es el peronismo como doctrina, el filósofo de la Universidad Católica de Córdoba Carlos Lasa publicó bastante recientemente un libro titulado Qué es el peronismo. Una mirada transpolítica, en el que sostiene: “Lo afirmado hasta el momento nos permite determinar el valor que Perón otorgaba a la doctrina por él formulada. La doctrina peronista tiene un núcleo invariable: lo invariable de la realidad es lo variable. De allí que todo otro principio reflejo de un determinado momento histórico deba ser inmediatamente abandonado cuando ha dejado de tener vigencia. Podríamos decir que la doctrina justicialista está configurada por un conjunto de ideas que son el reflejo del momento histórico en que Perón las configuró, excepto el principio por excelencia: la variabilidad esencial de todo principio”.


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