¿Quién dijo que el peronismo es siempre más Estado?

202202 5 00

El auge de posiciones libertarias o de un liberalismo radical se explica por varias razones. Aquí me ocuparé solo de una de ellas: la compulsión a la intervención estatal. Efectivamente, en ciertos espacios populares o progresistas, se estableció la idea de “Estado presente” como una suerte de mantra purificador. Todos los problemas se solucionarían con “más Estado” y la inflación estatal es tomada como sinónimo de mayor protección a la lista cada vez más extensa y variopinta de grupos desaventajados. Así, parte de los funcionarios, segundas y terceras líneas, o militantes, al momento de llegar al gobierno, consideran que su deber es utilizar dinero para intervenir desde sus áreas respectivas. No se discute cómo ser más eficiente ni en qué aspectos sería mejor una no intervención de modo de canalizar recursos hacia donde sí hace falta.

Nada de eso. Solo disputas interministeriales por el presupuesto y luego ejecuciones en las que funcionarios y partidarios buscan “ser vistos haciendo” a través de redes sociales. Esto no incluye solo al actual gobierno. De hecho, ha habido casos en el que los legisladores, en acuerdos amplios que incluyen mayorías robustas, decidieron intervenir como un gesto de demagogia que acabó perjudicando a todos, incluso a quienes se quería favorecer. Un buen ejemplo es el de la “ley de alquileres”.

Nadie duda de que el problema habitacional en la Argentina es muy serio y que la desregulación total del mercado permitía comportamientos abusivos de parte de los propietarios. Sin embargo, cuando el “más Estado” se hace sin tomar en cuenta cómo funciona el mercado o ciertos principios de la racionalidad y la calle, el resultado es menos oferta, incertidumbre y, por lo tanto, alquileres que son muy altos para los inquilinos y que siguen siendo bajos para los propietarios. Frente a ello, antes que decir que los propietarios son malos, echarle la culpa a la especulación o enojarse con la realidad, bien cabe preguntarse si lo que falló fue la intervención. Debería decirse entonces que la desregulación total muchas veces genera inequidades, pero la intervención per se no necesariamente mejora las cosas.

La idea del “Estado presente”, adoptada aquí por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta en la ciudad de Buenos Aires. Esta es una demostración cabal de que el concepto es hegemónico en la política argentina, aunque su aplicación tenga poco y nada que ver con la doctrina del peronismo (que es la idea realmente hegemónica en la política argentina).

Ahora bien, lo curioso es que, al menos en Argentina, este intervencionismo compulsivo se hace en nombre del peronismo y, al menos desde mi punto de vista, esto obedece a una lectura equivocada tanto del legado del propio Perón como de la tradición de la cual viene el peronismo. Me refiero aquí a la Doctrina Social de la Iglesia. No hay espacio para desarrollar en profundidad todos sus principios, pero podría decirse que “La Doctrina” se apoya especialmente en dos encíclicas separadas por 40 años en los que la Iglesia Católica inaugura la cuestión social buscando un punto intermedio, o superador, de la disputa entre el individualismo liberal y el colectivismo comunista.

El primero de los textos es la Rerum Novarum del Papa León XIII escrito allá por 1891 y el segundo es la encíclica Quadragesimo anno, escrita por Pío XI en 1931. Bien común y función social de la propiedad son solo algunos de los elementos que forman el eje de una tradición que en Argentina se hizo carne en el peronismo y que ha tenido distintas articulaciones a lo largo del mundo. En este sentido, cabe mencionar la corriente distributista impulsada por Hilarie Belloc y el gran G. K. Chesterton quienes abogaban por una organización social de pequeños propietarios y acusaban tanto a capitalistas como a comunistas de acaparar la propiedad: los primeros en manos de una oligarquía y los segundos en manos de una burocracia centralizada.


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