Rusia ha ganado la guerra y lo que queda es un trabajo de limpieza

La propaganda de guerra cuya consigna es el “estamos ganando” empieza a recibir durísimos golpes al generalizarse en la opinión pública de los Estados Unidos el relato alternativo en la opinión especializada de quienes hacen la guerra. Son cada vez menos los que compran la idea de un triunfo de Ucrania y, por el contrario, empieza a haber ya la comprensión de que Rusia logró su objetivo con creces, aunque en los medios de Occidente y de las colonias esa realidad no esté reflejada.
202204 1 00

En una entrevista a The Unz Review, un portal web estadounidense que se especializa en el análisis de conflictos políticos y militares, Larry Johnson aseguró con argumentos de estrategia bélica que Rusia ya ha ganado la guerra en Ucrania y que solo le resta hacer las tareas de limpieza sobre el territorio. Johnson es un exoficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) y es reputado en todo el mundo por sus fríos análisis de situación, despojados de implicaciones ideológicas. A lo largo de 24 años de carrera como oficial de la CIA, Johnson se encargó del entrenamiento de los comandos de operaciones especiales del ejército de Estados Unidos y más tarde fue designado en una oficina especial del Departamento de Estado para la lucha contra el terrorismo.

La opinión de Larry Johnson empieza a romper el blindaje mediático y a difundirse masivamente en las redes sociales, cayendo como una bomba en la opinión pública tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. A contramano del discurso hegemónico de los medios de comunicación de las corporaciones, Johnson afirma que Rusia ha ganado la guerra ya en los primeros días de su operación especial en Ucrania al inutilizar los recursos de defensa instalados por Occidente en ese país de Europa oriental.

¿Cómo sostiene Larry Johnson, no obstante, su afirmación de que Rusia ya ganó la guerra en Ucrania y de que apenas le quedan los trabajos de limpieza sobre el territorio? Para empezar, el experto estadounidense argumenta aquello que ya es ampliamente conocido en la política de todo el mundo: que en las primeras veinticuatro horas de la operación especial, las armas de Rusia destruyeron todas las capacidades de interceptación de radares terrestres ucranianos. Sin contar con dichos radares, la fuerza aérea ucraniana perdió su capacidad de interceptación aire-aire, esto es, la de guiar a sus pilotos para el combate aéreo. A eso se le suma el hecho de que buena parte de los aviones ucranianos fueron derribados sorpresivamente en tierra también en las primeras horas de la ofensiva rusa, quedando Ucrania prácticamente despojada de una fuerza aérea operativa. Hasta un Antonov-225 —conocido como la aeronave más grande en todo el mundo y que pudo haber sido utilizada para hacer la evacuación de una gran cantidad de funcionarios del gobierno en un solo viaje— fue bombardeado mucho antes de poder despegar.

Militar ucraniano frente a un edificio destruido por los bombardeos relámpago de los rusos. Ya en el primer día de hostilidades, Rusia derribó la totalidad de la fuerza aérea del enemigo, tanto los aviones de combate como los radares en tierra, asegurándose la supremacía en el cielo y la imposibilidad de respuesta por parte de las baterías antiaéreas, ahora totalmente a ciegas. Al percatarse de que la inteligencia rusa tenía la ubicación exacta de sus bases militares, los ucranianos se instalaron con las armas que les quedaban en edificios civiles. Pero eso tampoco se les escapó a los rusos, quienes bombardearon luego también esos edificios.

A continuación, informa Johnson, Rusia estableció rápidamente una zona de exclusión aérea de facto sobre Ucrania. Y aunque los aviones de combate rusos con esta supremacía aérea siguen siendo vulnerables a la respuesta ucraniana con misiles tierra-aire de las baterías antiaéreas, no hay ninguna noticia de que los rusos hayan disminuido la intensidad de sus ataques por el aire contra objetivos en Ucrania. De hecho, la gran cantidad de los misiles que vienen diezmando la capacidad militar de Volodímir Zelenski han sido lanzadas por aviones de combate con una precisión muy alta.

Larry Jonhson también resalta el hecho de que en lo terrestre las fuerzas rusas hayan llegado a los límites de la capital Kiev en tan solo tres días desde iniciadas las hostilidades. “Recuerdo que los nazis tardaron siete semanas en 1941 en llegar a Kiev durante la Operación Barbarroja”, dice Johnson. “Y otras siete semanas en someter la ciudad. Los nazis tenían la ventaja de no escatimar esfuerzos para evitar víctimas civiles y estaban ansiosos por destruir la infraestructura esencial”, concluye. Esa es una de las muchas diferencias entre aquella campaña sobre Ucrania al avanzar la II Guerra Mundial y la presente operación de Rusia sobre el mismo territorio: los rusos evitan los blancos civiles y también destruir la infraestructura del país, puesto que más tarde debería reconstruirla al hacerse del control del territorio.

A pesar de todos estos hechos incontrastables, en la narrativa mediática dominante se escucha todos los días que las fuerzas terrestres de Rusia se han estancado. Pero Johnson contesta esa afirmación: “Cuando los rusos estacionaron durante más de una semana en una ubicación a unas 24 o 40 millas al norte de Kiev —según la fuente de noticias consultada, quedó claro que la capacidad de Ucrania para lanzar operaciones militares significativas había sido eliminada. Si su artillería estuviera intacta”, dice el experto, “esa columna tendría que haber sido presa fácil para la destrucción masiva. Eso no ocurrió. Además, si los ucranianos tuvieran una capacidad viable de ala fija o rotatoria, deberían haber destruido esta columna desde el aire. Eso no ocurrió. Y, si tuvieran una capacidad viable de misiles de crucero, deberían haber hecho llover el infierno sobre esa columna rusa supuestamente bloqueada. Eso tampoco ocurrió. Las defensas ucranianas no armaron ni siquiera una emboscada significativa de infantería contra esa columna rusa estacionada”.

Los llamados “ukronazis”, recibiendo amorosamente a los oficiales de Hitler en 1941. Durante la Operación Barbarroja, en la que los nazis invadieron la Unión Soviética a través de Ucrania, los invasores tardaron siete semanas en vencer la resistencia soviética en el territorio, otro tanto en reducir la ciudad de Kiev y entonces sí reunirse con sus aliados ucranianos que los estaban esperando. Considerándose la extensión y la complejidad del territorio en comparación con lo que costó a Hitler conquistarlo, queda claro que el avance ruso en tan solo cuatro semanas es muy veloz.

Para el experto estadounidense, la escala y el alcance del ataque ruso son “notables”, puesto que en tan solo tres semanas Rusia avanzó sobre una cantidad de territorio superior a la extensión de Gran Bretaña y luego ejecutó ataques quirúrgicos contra instalaciones militares clave que los ucranianos ya no tienen. No hubo ni un solo caso en el que una unidad ucraniana del tamaño de un regimiento o brigada haya atacado y derrotado a una unidad rusa comparable. Por el contrario, los rusos han dividido el ejército ucraniano en fragmentos y han cortado sus líneas de comunicación. Ahora Rusia controla Mariúpol y ha asegurado todos los accesos al Mar Negro. Ucrania quedó aislada hacia el sur y el norte. “Es un hecho el que a los Estados Unidos les costó más capturar tanto territorio en Irak en 2003, cuando luchaba contra una fuerza militar mucho más pequeña y menos capaz. Así que esta operación rusa debería asustar a los dirigentes militares y políticos estadounidenses”, compara Johnson.

Los rusos también arrasaron con las bases militares que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tenía de facto en las ciudades ucranianas de Yávoriv y Zhitómir, donde la OTAN había realizado un entrenamiento de ciberseguridad en septiembre de 2018. A partir de esos ejercicios, la OTAN consideró Ucrania como un “socio” y eso reforzó las sospechas rusas de que su vecino estaba en conversaciones con el fin de ingresar a la alianza guerrera. Yávoriv y Zhitómir fueron destruidas en dos días y así cayeron dos centros de entrenamiento y logística que la OTAN utilizaba para suministrar cazas y armas a Ucrania.

Ante toda esta información estratégica, el atento lector debe preguntarse por qué los medios de comunicación insisten en tratar de convencer a los ucranianos y al mundo Occidental de que Ucrania todavía puede ganar esta guerra. En la opinión de Jonhson, esta es una combinación de ignorancia y pereza. “En vez de informar de verdad, la gran mayoría de los medios de comunicación, impresos y electrónicos, así como las grandes empresas tecnológicas, apoyan una campaña de propaganda masiva”, dice Johnson. “Recuerdo cuando George W. Bush fue Hitler. Recuerdo cuando Donald Trump fue Hitler. Y ahora tenemos un nuevo Hitler: Vladimir Putin. Es un plan de juego cansado y fallido. Cualquiera que se atreva a plantear cuestiones legítimas es inmediatamente tachado de marioneta de Putin o de títere de Rusia. Cuando no se pueden discutir los hechos, el único recurso es el insulto”, agrega.

Lo que va quedando de la ciudad de Zhitómir, una de las bases militares que la OTAN sostenía de facto en territorio ucraniano, después de los bombardeos rusos. Es evidente a la luz de los hechos que el Kremlin contaba con coordenadas exactas de las instalaciones militares del enemigo mucho antes de iniciar su operación especial. En vez de entrar al territorio a cazarlo, los rusos bombardearon en la previa al enemigo, lo debilitaron y luego iniciaron la invasión terrestre.

Una semana antes de la entrevista de Larry Johnson a The Unz Review, el coronel del ejército de los Estados Unidos Douglas MacGregor fue invitado al programa de Tucker Carlson en la cadena Fox News y allí dijo que la guerra terminó realmente para Ucrania y que los ucranianos “han volado en pedazos”, planteando la siguiente cuestión: si los Estados Unidos deberían ahora convivir con Rusia o si lo más apropiado sería seguir con esta clase de cambio de régimen disimulado en guerra. “¿Vamos a dejar de utilizar a Ucrania como ariete contra Moscú, que es efectivamente lo que hemos estado haciendo?”, se preguntaba el coronel MacGregor.

Ante estas declaraciones de MacGregor, que generaron mucho revuelo en los Estados Unidos, Larry Johnson fue tajante al afirmar que no cree en la existencia de nadie en el gobierno de Joe Biden con la suficiente inteligencia como para pensar y planificar en esos términos estratégicos. “En mi opinión”, dice Johnson, “los últimos siete años han estado marcados por la inercia del statu quo de la OTAN. Lo que quiero decir con esto es que la OTAN y Washington creían que podían seguir deslizándose al este de las fronteras rusas sin provocar una reacción. La OTAN realizó regularmente ejercicios —incluido el entrenamiento “ofensivo”— y proporcionó equipos. Creo que los informes en Estados Unidos de que la CIA estaba proporcionando entrenamiento paramilitar a las unidades ucranianas que operan en el Donbass son creíbles, pero me cuesta creer que después de nuestras debacles en Irak y Afganistán súbitamente tengamos estrategas del nivel de Sun Tzu manejando los hilos en Washington, donde lo que realmente hay es desesperación”.

“Además de tratar de desterrar todo lo ruso, el gobierno de Biden está tratando de intimidar a China, la India y Arabia Saudí. No veo a ninguno de estos países plegarse y creo que el equipo de Biden ha cometido un error fatal al tratar de demonizar todas las cosas y personas rusas. Por el contrario, eso tiende a unir al pueblo detrás de Putin, quien está ahora dispuesto a emprender una larga lucha”, agrega el experto, para quien las sanciones económicas contra Moscú fueron un error de cálculo. “Fue un error pensar que pondrían a Rusia de rodillas con eso, es más bien todo lo contrario: Rusia es autosuficiente y no depende de las importaciones, sus exportaciones son esenciales para el bienestar económico de Occidente. Si niega a Occidente el trigo, la potasa, el gas, el petróleo, el paladio, el níquel acabado y otros minerales esenciales, las economías europea y estadounidense se verán perjudicadas. Este intento de apretar a Rusia con sanciones ha hecho que sea muy probable que el rol del dólar estadounidense como moneda de reserva internacional termine en el basurero de la historia”.

El coronel (R) Douglas McGregor, muy crítico respecto a la política de los Estados Unidos frente a Rusia. Para McGregor los ucranianos “han volado en pedazos” y perdieron la guerra, por lo que el gobierno estadounidense debe replantear su estrategia en la región. Ya no sirven el deslizamiento silencioso de la OTAN hacia el Este y tampoco seguir utilizando a Ucrania como un ariete contra Rusia.

Larry Johnson recuerda aún que, en su discurso de Múnich, allá por el año 2007, Putin ya reclamaba mejorar la arquitectura de la seguridad del mundo. Y que ahora en Ucrania se ve claramente cómo los problemas de seguridad pueden resultar en una guerra abierta. Como se sabe, Putin planteó en diciembre del año pasado una serie de exigencias en lo que se refiere a la seguridad nacional de Rusia, pero el gobierno de Biden ignoró y nunca respondió a esas demandas. Putin quería garantías por escrito de que la expansión de la OTAN no incluiría a Ucrania y de que no se desplegarían sistemas de misiles nucleares en Rumanía o Polonia. Larry Johnson cree que esas exigencias fueron razonables y que el problema está en que el 99% de los estadounidenses ignora el nivel de provocación militar que los Estados Unidos y la OTAN han llevado a cabo en Ucrania durante los últimos siete años.

“Siempre se le informa a la opinión pública que los ejercicios militares allí son defensivos, pero eso no es cierto. Ahora nos enteramos de que la Agencia de Defensa y Reducción de Amenazas (DTRA, por sus siglas en inglés) había estado financiando laboratorios biológicos en Ucrania en estos últimos años. Supongo que Putin podría aceptar los sistemas de misiles nucleares de Estados Unidos en Polonia y Rumanía si Biden acepta los sistemas rusos comparables en Cuba, Venezuela y México. Si consideramos la situación en estos términos, podemos empezar a entender que las exigencias de Putin no son ni locas ni irrazonables”.

La crisis de los misiles soviéticos en Cuba de 1962 es un buen ejemplo de qué podría pasar si algún país intentara “deslizarse” sobre un vecino de los Estados Unidos con el fin de amenazar la seguridad nacional de esta superpotencia. ¿Por qué Rusia debe permitir ejercicios militares de su enemigo histórico sobre el territorio de sus vecinos, si lo mismo no permiten los estadounidenses en los suyos?

Los medios de comunicación rusos informaron que misiles de alta precisión lanzados desde el aire han destruido una instalación en el oeste de Ucrania, matando a unos 100 combatientes ucranianos y mercenarios extranjeros. Al parecer, ese centro de entrenamiento de operaciones especiales estaba situado cerca de la ciudad de Óvruch, que se ubica a escasas 15 millas de la frontera. En la opinión de Johnson, ese incidente marca el envío de un claro mensaje de Putin a la OTAN. “Los ataques militares rusos en el oeste de Ucrania durante la semana pasada han conmocionado y alarmado a los funcionarios de la OTAN. El primer golpe se dio el domingo 13 de marzo en Yávoriv, como veíamos. Rusia atacó la base con varios misiles, algunos de los cuales se cree que son hipersónicos. Más de 200 personas murieron, entre ellas personal militar y de inteligencia estadounidense y británico, cientos resultaron heridas. Muchos han sufrido lesiones graves —como amputaciones— y están hospitalizados. Sin embargo, la OTAN y los medios de comunicación occidentales han mostrado poco interés en informar sobre ese desastre”.

Yávoriv era una importante base de avanzada para la OTAN y hasta días antes de la invasión rusa el Comando de Instrucción del 7º. Ejército estadounidense operó allí. Rusia no se detuvo en Yávoriv y siguió con el ataque. Las noticias militares de ASB informan de que Rusia atacó otro emplazamiento, Delyatyn, a Zhitómir y a otros lugares en los que la OTAN estaba presente. “Putin ha enviado un mensaje muy claro: las fuerzas de la OTAN en Ucrania serán consideradas y tratadas como combatientes. Punto y aparte”, afirma Larry Johnson.

Los misiles balísticos hipersónicos Kinzhal, arma infernal indetectable por los radares que los rusos introdujeron durante su operación especial en Ucrania. Al igual que las bombas atómicas arrojadas por Harry Truman sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945, Putin le envía a Occidente un mensaje muy claro: esto existe y ya está operativo, no les conviene meterse con nosotros.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski está siendo presentado por los medios de comunicación occidentales como un dirigente de guerra y un Winston Churchill moderno. Lo que los medios no les informan a sus lectores, oyentes y televidentes es que Zelenski ha tomado una serie de medidas para incrementar su poder socavando las ya de por sí frágiles instituciones de Ucrania. Por ejemplo, Zelenski ha prohibido la actividad de once medios de comunicación de la oposición y ha tratado de impedir que el dirigente del mayor partido de la oposición ucraniana, Viktor Medvedchuk, se presente a las elecciones bajo la falsa acusación de “financiar el terrorismo”. Nada de eso se corresponde con el típico comportamiento de un dirigente comprometido con la democracia en los términos que plantea Occidente.

“Zelenski es comediante y actor. Y no uno muy bueno, en mi opinión. Occidente está utilizando cínicamente el hecho de que es judío para distraer la atención del considerable contingente de neonazis. Y con esto me refiero a los nazis reales que todavía celebran las hazañas de la unidad ucraniana de las Waffen SS que luchó junto a los nazis en la II Guerra Mundial. Los hechos son claros: prohíbe los partidos políticos de la oposición y cierra los medios de comunicación de la oposición. Supongo que la suya es la nueva definición de democracia”, ironiza Johnson.

¿Y cómo va a terminar esta historia? Es posible que Ucrania sea dividida a lo largo del Río Dniéper y, por el sur, sobre la costa marítima, que es donde se concentra la mayor parte de la población de origen ruso. Eso suprimiría el acceso de los ucranianos al Mar Negro y crearía un puente terrestre hacia Transnistria, unidad territorial que ya se ha separado de Moldavia y está bajo protección rusa. El resto de Ucrania sería un país sin salida al mar, mayoritariamente agrícola, desarmado y demasiado pobre para convertirse en una nueva amenaza para Rusia. Políticamente, ese país estaría dominado por los fascistas, quienes se convertirían en un gran problema para la Unión Europea. Finalizando su entrevista, Larry Johnson dice que acuerda con ese pronóstico y que el objetivo central de Putin es “proteger a Rusia de las amenazas extranjeras y asegurar el divorcio con Occidente. Rusia cuenta con los recursos físicos necesarios para ser independiente y está en proceso de hacer realidad esa visión”, concluye.

Militar ruso celebrando el éxito de la operación especial, con la que Rusia se hizo del control estratégico del territorio ucraniano. El objetivo está cumplido y ahora Ucrania será un país sin salida al mar, acorralado y demasiado débil como para representar alguna amenaza desde el punto de vista de los rusos. El aviso está dado para los países que alguna vez formaron parte del Pacto de Varsovia y ahora están metidos en la cama con Occidente en la OTAN: Rusia ya no tolerará esa infidelidad.

Pero queda irresuelta la siguiente cuestión: si la guerra ya terminó y los ganadores son los rusos, ¿por qué la propaganda de Occidente insiste en que Ucrania sigue dando batalla y que Zelenski todavía puede triunfar? Quizá porque los ucranianos les sirven para provocar a Rusia y también pueden servir para cargar sobre Putin con el peso de haberlos matado. De seguir “resistiendo” en una guerra perdida, lo único que logrará Zelenski es el sacrificio de muchos miles de ucranianos y eso puede ser exactamente lo que Occidente quiere. Al no poder derrotar a los rusos en el campo de batalla, los Estados Unidos llevarán la lucha al plano de la propaganda, donde habrá acusaciones de genocidio y de crímenes de guerra contra Putin para embarrar la cancha y llevar la discusión hacia el terreno que más le conviene a Washington. Eso es lo que se verá en los próximos días en esta guerra que ya terminó prácticamente, pero que ha generado demasiados escombros para que Rusia haga la limpieza.


Este es un adelanto de la 50ª. edición de nuestra Revista Hegemonía. Para suscribirse, acceder a todos los contenidos de la actual edición y todas las anteriores y apoyar La Batalla Cultural para que sigamos publicando de manera independiente, sin pautas oficiales ni ningún condicionamiento por parte del poder político o del poder fáctico, haga clic en el banner abajo y mire el video explicativo.
Nosotros existimos porque Ud., atento lector, existe.

No puedes copiar el contenido de esta página

Scroll al inicio
Logo web hegemonia

Inicie sesión para acceder al contenido exclusivo de la Revista Hegemonía

¿No tiene una cuenta?
Suscribase aquí

¿Olvidó su contraseña?
Recupérela aquí.

¿Su cuenta ha sido desactivada?
Comuníquese con nosotros.