Después de tres años de una controversia más bien estúpida, porque el resultado del diferendo siempre fue una obviedad ululante, termina al fin el debate sobre la operación militar especial de Vladimir Putin sobre el territorio ucraniano y la discusión se zanja precisamente con aquel resultado que era lo obvio. En tres años muchos se envolvieron en la bandera de Ucrania, arriesgaron pronósticos delirantes en los que Rusia aparecía derrotada e invadida no se sabe muy bien por quién y Putin terminaba siendo capturado y puesto a disposición de la corte penal internacional.
El que tenga memoria a mediano plazo recordará los miles, cientos de miles de análisis en los medios y de publicaciones en las redes sociales diciendo eso mismo. Hubo mucha gente que presume de conocer la geopolítica, cualquier cantidad de “analistas” y “expertos” pronosticando que Ucrania iba a ganar la guerra y Volodímir Zelenski iba a pasar a la historia como una especie de Winston Churchill del siglo XXI o algo por estilo.
Fueron años muy difíciles porque quienes realmente conocen la realidad de la geopolítica se vieron obligados a explicar que no había ninguna guerra y que, aunque la hubiera, Ucrania no podría ganarla porque Ucrania no es ni jamás fue un enemigo para Rusia. Había que explicar que Putin hizo un movimiento táctico y que los conflictos resultantes de dicho movimiento fueron entre Rusia y la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Los ucranianos allí fueron simplemente usados como carne de cañón por Occidente, nunca fueron contendientes.
La lucha por el control táctico de la región del Río Don en el oriente del territorio ucraniano siempre fue entre una OTAN que quería expandirse por allí y una Rusia que trataba de evitar esa expansión. Eso hubo que explicar una y otra vez durante tres largos años contra la opinión poco educada de aquellos “expertos” y “analistas” que más bien eran improvisados difusores de propaganda de guerra occidental.
Todo eso por suerte terminó y ahora empieza una nueva etapa: la de intentar comprender, ahora sí, las consecuencias del resultado que siempre estuvo más cantado que Caminito. Ahora los Estados Unidos por boca de su presidente Donald Trump le han dado la razón a Rusia y han declarado que Putin es el gran ganador de la geopolítica en este siglo. Y habrá que analizar con seriedad de aquí en más la principal consecuencia de esa declaración y es el establecimiento de un nuevo orden jurídico internacional.
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