La escena la hemos visto todos. La cámara de seguridad la capta perfectamente. Brian Thompson, consejero delegado de UnitedHealthcare, la principal aseguradora de salud de los Estados Unidos, es abordado desde atrás, en pleno corazón de Manhattan, por un hombre encapuchado que le dispara y luego lo remata. En los casquillos de balas encontrados yacía un mensaje de tres D: “delay, deny, defend” (demorar, negar, defender), tres palabras que se popularizaron como epítome de los principios que guían a las aseguradoras de salud al momento de brindar sus servicios.
Un descuido haría que el rostro del presunto asesino fuera identificado y que algunos días después fuera capturado en un McDonald’s mientras portaba una mochila con un arma, un silenciador, balas, dinero y una suerte de Manifiesto contra las empresas que ofrecen seguros de salud. Luigi Mangione espera ahora en prisión una condena que podría ser a muerte, pero todo lo que sucedió alrededor de este crimen es bastante más interesante.
En principio lo llamativo fue la reacción favorable del público: decenas de miles de usuarios han reivindicado el accionar de Mangione, su figura se hizo meme y lo han convertido incluso en un santo con estampita propia. Razones para comprender esto hay varias, desde las banales hasta las más profundas.

Empezando por estas últimas, son millones de personas las que en Estados Unidos sufren el que probablemente sea el sistema de salud más injusto del mundo. Tal como lo muestran decenas de películas y como aparece en estudios comparativos, se trata de un modelo caro que, sin embargo, no ha puesto a los Estados Unidos al tope de los países cuyos habitantes tienen mayor expectativa de vida y que, al mismo tiempo, tiene a millones y millones de personas literalmente sin cobertura alguna a merced de que cualquier operación o accidente menor los mate y/o los deje en la calle con deudas impagables.
Asimismo, Mangione, quien según los investigadores habría dejado pruebas por escrito de su admiración por el mítico Unabomber, tiene un motivo que, en este caso, de confirmarse, convierte el asesinato en una suerte de vendetta y/o, para algunos, un verdadero acto de justicia por mano propia: aparentemente, nuestro protagonista tenía una lesión severa mal tratada en la espalda tal como acreditaría una radiografía en la que se puede observar unas prótesis que, sin embargo, no le habrían aliviado un dolor que permanece constante.
Este es un contenido exclusivo para suscriptores de la Revista Hegemonía.
Para seguir leyendo, inicie sesión o
suscríbase.