Ver y no verla (al mismo tiempo)

En un momento muy especial del desarrollo de nuestro país, el sentido común se encuentra en una disyuntiva muy extraña: la de “verla” o “no verla” en un sentido de verdad revelada no accesible a todos los mortales. Con la argumentación proscrita de la política, tiene lugar un “debate” de sordos en el que ambas parcialidades se aferran a supersticiones sin la posibilidad de convencer a nadie. Y en medio a esa situación delirante el régimen de Javier Milei subsiste contra todo pronóstico, imponiendo una destrucción nacional jamás antes vista.
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Aunque todos coinciden en que con la sanción de la Ley Bases en diputados, comienza una nueva etapa del gobierno de Milei, resulta una incógnita el rumbo que adoptará en lo discursivo. En particular, me interesaría conocer hacia dónde girará la tensión entre el “verla” y el “no verla”.

Para ser más claros, desde hace ya unos meses, tanto Milei como sus seguidores y periodistas afines han instalado, con bastante arrogancia, por cierto, la idea de que quien no está de acuerdo con el sendero adoptado por el gobierno, no es simplemente alguien que disiente, sino que se trata de alguien que “no la ve”. Este “no verla” tendría que ver con sesgos ideológicos que impedirían a los opositores al gobierno observar la realidad tal cual es. Nótese que se habla de “no ver” en lugar de, por ejemplo, “no comprender”. Esto significa que la dificultad alcanza los propios sentidos, aquellos a través de los cuales, según cierta tradición filosófica, recibimos los datos a partir de los cuales reflexionamos.

Expuesto así, se trata de una lógica que no tiene nada que envidiarle a la intelligentsia de izquierda, aquella que hoy milita la oposición al gobierno de Milei y que desde hace décadas se jacta de ser una minoría esclarecida legitimada para guiar las almas y el pueblo. De modo que la metáfora está por encima de las diferencias ideológicas. Así, la gente que dice ver lo que otros no pueden viene en los formatos más variopintos: desde radicales de izquierda hasta populistas de derecha.

En el caso de Milei, la idea de ser “el que la ve” es coherente con el lugar desde el que pretende hablar. Porque Milei dice hablar desde el conocimiento que le da haber estudiado economía (más allá de que evidentemente le incomoda que sus títulos no tengan la legitimidad de casas de estudio más prestigiosas) y haber escrito libros (más allá de que sean de divulgación, tengan acusaciones de plagio y, que, académicamente hablando, no posean valor alguno).

Digamos, entonces, que, en todo caso, se trata de detalles propios del mundillo universitario y de quienes siguen una carrera científica. Por ello, si salimos de ese ámbito, habría que decir que, frente al público, Milei se presenta como “uno que sabe” y son muchos los que lo admiran por ese presunto conocimiento.


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