Con un puñal bajo el poncho

Con la militancia y simpatizantes del kirchnerismo narcotizados por el estupefaciente de la “unidad hasta que duela”, el Frente Renovador va llevando a cabo su plan de destrucción sin ninguna oposición. Alberto Fernández se refugia en la ideología sanitaria, en la ideología de género y en la entelequia del “acuerdo” con el Fondo Monetario Internacional para no gobernar y así se va armando una bola de nieve que en algún momento deberá hacer crisis. Cuando eso pase, ahí estará Sergio Massa con la panacea universal para la salvar la patria.
Punal poncho 08

El lector que siga con atención las últimas publicaciones de esta Revista Hegemonía y haya podido acceder al detallado informe central de la 36ª. edición, en el que se hizo la narrativa del pacto hegemónico, sabe que en la Argentina del presente la aplicación total de un proyecto político es una imposibilidad práctica. Por razones que se explican en aquel informe, ninguna de las dos fuerzas actualmente en pugna ha sido capaz desde el año 2011 a esta parte de gobernar el país con el nivel suficiente de consenso para esa aplicación, para imponer la totalidad de su programa político-económico.

Lo que hay en rigor es lo que Juan Carlos Portantiero habría calificado como un empate hegemónico, una situación de tablas en la que ambas fuerzas políticas con proyectos antagónicos se reconocen incapaces de neutralizar al enemigo y de llevar así a cabo su propio programa sin el escollo de una oposición que traba e impide sistemáticamente.

He ahí en una síntesis muy apretada la situación política de la Argentina en la famosa grieta. Desde que en las elecciones del 2011 el kirchnerismo se consolidara como una superpotencia electoral con los suficientes votos propios para declararse independiente de las operaciones destituyentes de los poderes fácticos, quedaron bien definidos los dos polos opuestos y ya ninguno de ellos fue capaz de imponerse sobre el otro más que en los muy relativos, efímeros triunfos electorales.

En ese empate hegemónico se ha paralizado todo un país, no se ha podido implementar ningún proyecto político sin la constante amenaza del quiebre y la realidad del impedimento. Había que saldar el empate en favor de una de las dos parcialidades radicalizadas, aunque socias en la hegemonía. Y la solución al problema fue el pacto.

La última edición de esta revista hizo tanto ruido por eso, por expresar la hipótesis de dicho pacto, el que fundado en una extorsión judicial alteró el resultado de las elecciones en su origen —es decir, ya desde la composición de las listas de candidatos— con la finalidad de empezar a construir la síntesis que se quiere superadora para que al fin en la Argentina pueda aplicarse un proyecto político en su totalidad. La hipótesis es integral en sí misma, aunque hasta aquí no había contemplado la síntesis.


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