De moral, política y economía

Para terminar con la década perdida iniciada en enero de 2014 con esa devaluación inicial impuesta por el entonces ministro Axel Kicillof será necesario un plan económico genuinamente peronista en el marco de un proyecto integral de nación. La reivindicación de la moral en la política será el primer paso en la construcción de dicho proyecto para la grandeza de la nación y la felicidad de un pueblo que hace mucho viene siendo maltratado por los desaciertos de los dirigentes políticos hegemónicos.
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Una de las características de nuestros días es la crisis política que expresa, en parte, la dirigencia al girar sobre su eje mirándose el ombligo al margen de los padecimientos populares producidos por la supercrisis económica, provocada esta tanto por las medidas desacertadas implementadas por el gobierno como por la omisión de elaborar y llevar a cabo un proyecto que atienda al bien común.

Una de las dimensiones en las que se expresa esta crisis es en la de la moral y la ética, las que tendrían que guiar y encuadrar a las prácticas políticas y a los modelos y proyectos económicos, cuando los hay. Ya el presidente de la Nación manifestó alguna vez que no tenía intención de formular un plan. Sí la tuvo el economista Carlos Melconian, quien estaría ofreciendo el suyo a “los unos” y “los otros” por ser pertinente tanto para Juntos por el Cambio como para Unión por la Patria.

Recordamos aquí nuestro análisis acerca de la continuidad de los ciclos económicos a través de gobiernos de distintos signos políticos, como por ejemplo ocurrió con el régimen de convertibilidad que atravesó a las administraciones de Carlos Menem y Fernando de la Rúa. Lo mismo sucedió recientemente con el ciclo económico que se mantuvo durante las gestiones de Mauricio Macri, de Alberto Fernández y podría seguir aconteciendo si ganaran las próximas elecciones cualquiera de las dos alianzas recién mencionadas.

Al insistir en el sostenimiento del régimen de convertibilidad, Fernando de la Rúa eligió continuar con el ciclo económico menemista pese al cambio de ciclo político. Esa insistencia inmoral fue finalmente catastrófica para los radicales de la Alianza.

“La política es una de las formas más altas de la caridad, del amor”, decía el Papa Francisco. Así es en tanto y en cuanto se la viva con la vocación de servir al bien común “con un fuerte sentido de la austeridad y la humildad. Esto vale para los políticos pero también vale para los dirigentes sociales y para nosotros, los pastores”. Siguiendo aquello que dice que “no hay mejor enseñanza que el ejemplo”, el Papa refiere que “el ejemplo de una vida austera al servicio del prójimo es la mejor forma de promover el bien común y el proyecto-puente de las tres T. Les pido a los dirigentes que no se cansen de practicar esa austeridad moral, personal, y les pido a todos que exijan a los dirigentes esa austeridad, la que —por otra parte— los va a hacer muy felices”.

A esto nos referimos cuando hablamos de moral y ética en la política y en la economía. No se puede hacer negocios, política o gestión económica si no se cuenta con un anclaje moral, entendiendo por “moral” la doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican. Y por “ética” el conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida.


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