Después de Milei

Mientras la opinión pública se entretiene y en algunos casos incluso se divierte con la especulación sobre cuánto va a durar el gobierno de Javier Milei el plan económico ejecutado en silencio por el ministro Luis Caputo avanza a toda marcha. Los analistas de la política se consideran a sí mismos muy duchos en la observación del juego, pero nuevamente se les escapa lo esencial que es cómo será la Argentina después de Milei. Y así la rueda sigue girando con el poder cada vez más cerca de concretar el proyecto de disolución de la construcción política de la Argentina para balcanizar el territorio, saquear libremente los recursos y empujar al pueblo-nación a un estándar de vida de subsistencia similar al que ya existe en los demás países de nuestra región.
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Desde el lugar del que se percibe como una voz autorizada en la política por sus logros, fundamentalmente por los obtenidos en el campo de batalla como funcionario y partícipe necesario de la década ganada entre el 2002 y el 2012, el economista y comerciante mayorista Guillermo Moreno rema hoy contra la corriente del sentido común al insistir en afirmar que el gobierno de Javier Milei será breve. Si bien esa apreciación fue hasta hace pocos días compartida por muchos tanto en la política como entre los civiles que opinan en las redes sociales, los eventos del 1°. de marzo que tuvieron lugar a lo largo de todo el día, antes y durante la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, habrían de poner entre paréntesis la afirmación taxativa de la brevedad de Milei en la presidencia de la Nación.

Moreno insiste por lo tanto en la idea que hasta ese 1º. de marzo estuvo en el centro del debate y que fue expresada durante el verano “sin carpa” por el empresario Enrique “Pepe” Albistur —más conocido por ser el marido de la progresista socialdemócrata Victoria Tolosa Paz— quien dejó grabado en un video que el gobierno mileísta iba a durar más bien poco. Sentado en una reposera sobre la arena de la playa, Albistur afirmó graciosamente frente a la cámara de un teléfono celular que Milei sería como “Semana Santa”, pues no se sabía si iba a caer en marzo o en abril. El video circuló intensamente por las redes sociales y fue objeto del escándalo por parte de los operadores mediáticos que se hacen llamar “periodistas” y se rasgan las vestiduras por la “institucionalidad democrática”, siempre y cuando el gobierno de turno sea afín a los intereses de los dueños de los medios en los que esos operadores operan sus chanchullos.

Lo cierto es que antes del 1º. de marzo y a menos de 90 días de iniciarse, el gobierno de Javier Milei venía siendo objeto de fuertes especulaciones sobre su continuidad en el corto plazo. Desde el primer dirigente hasta el último civil opinólogo, todos hacían pronósticos y hasta apuestas sobre cuánto iba a durar el gobierno mileísta, dando por sentado lógicamente que no duraría los cuatro años que marca la Constitución. La premisa fundamental de esa percepción generalizada era la de que el potentísimo ajuste impuesto por Milei debía resultar naturalmente en una efervescencia social y en un estado de sublevación popular tales que Milei no iba a poder resistir en el cargo.

Contra la corriente del estado del sentido común posterior a los hechos del 1º. de marzo, con los que Javier Milei parecería haber retomado la iniciativa política, el economista, comerciante mayorista y dirigente del peronismo Guillermo Moreno sigue apostando a un gobierno mileísta más bien breve. Moreno puede estar observando la maniobra estratégica implícita en la propia existencia de un Milei presidente y puede concluir que el experimento no es de larga duración.

¿De dónde vendría entonces ese ataque fulminante que voltearía a Milei? ¿Vendría de la multitud de trabajadores golpeados por la liberación salvaje de precios? ¿Vendría de la mal llamada “clase media” al percatarse esta de que había sido despojada de sus ahorros en dólares por el plan económico del ministro Luis Caputo? ¿O vendría de ambos flancos a la vez, de piquete y cacerola unidos en una rebelión popular total de las que no se ven todos los días? En estas disquisiciones se entretenían quienes todavía creen que las manifestaciones callejeras impactan en la política y, en consecuencia, pensaban que algo de eso sería lo que finalmente iba a llevarse puesto a Milei, aunque eso siempre fue incierto porque la política la hacen los dirigentes políticos y estos parecerían estar cómodos hasta aquí con la imposición de unas políticas que ninguno de ellos se animaba a imponer.

La fe en esa entelequia que es la rebelión popular sin conducción política alimentó durante los meses de enero y febrero las fantasías destituyentes de quienes no quieren a Milei, hasta que un buen día todo eso se esfumó. Bien asesorado por los intelectuales orgánicos del poder que lo rodean, Milei salió del callejón sin salida en el que se había metido al descartar cualquier posibilidad de pacto con la “casta” y además lo hizo convirtiendo un giro incoherente en una épica. Después de declarar demagógicamente la guerra contra toda la dirigencia política y de ver que eso iba a tener resultados catastróficos para su régimen, Milei y sus intelectuales se inventaron el “Pacto del 25 de mayo” posibilitándole al presidente “recular en chancletas” sin que se note mucho e incluso sin que se note en absoluto.


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