Misión: cumplida

Habiéndose metido en el ballotage junto a Javier Milei, Sergio Massa cumplió ya la totalidad de una misión electoral que parecía imposible a principios de este año en la opinión de la mayoría de los observadores. Pero la estrategia de Massa demostró ser una genialidad, puso de rodillas tanto a los cambiemitas como a los kirchneristas y resultó en una segunda vuelta entre Massa y su empleado, entre Massa y su alter ego. Ahora la mesa está servida y el “Tigre” puede empezar a planificar la segunda etapa de su plan magistral: las condiciones en las que se dará la toma del poder político en el Estado y el establecimiento de las bases de una hegemonía que en el prospecto promete ser sólida y duradera para darle a la Argentina el nuevo estatuto legal del coloniaje que el poder fáctico global está exigiendo.
2311 5 00

Al conocerse en la misma noche del domingo 22 de octubre el resultado de las elecciones generales en las que al menos en teoría tres candidatos tenían la posibilidad de triunfar, Sergio Massa se habrá frotado las manos en el búnker del frentetodismo ahora llamado por el nombre de fantasía de Unión por la Patria, pero no como una expresión de alivio ni mucho menos. Massa no pudo haber estado eufórico por un resultado que era previsto y en buena medida proyectado a partir de la ingeniería electoral, que nunca falla. Massa se habrá frotado las manos con la sensación de la misión cumplida, esto es, a sabiendas de que había llegado a obtener ya la totalidad del objetivo propuesto al meterse en un ballotage junto al candidato autodenominado “libertario” Javier Milei sin que las mayorías se percaten de la maniobra a lo largo de los varios meses de campaña electoral.

El atento lector que conserva intacta su inocencia y su frescura, piensa en las elecciones como una expresión legítima de la voluntad popular y todavía cree que cualquier resultado es posible cuando el pueblo acude a las urnas dirá que eso no puede ser así, que hay por delante aún un ballotage en el que Massa entra como favorito, sin duda, aunque podría ser derrotado y que por eso la misión no está cumplida. Massa debe derrotar a Javier Milei y transitar los días febriles que habrá entre la segunda vuelta electoral y la asunción programada para el 10 de diciembre próximo, ponerse la banda y tomar el bastón presidencial. Solo entonces, dirá nuestro atento lector, la misión de Massa estaría cumplida. El partido termina cuando efectivamente termina y no conviene cantar victoria antes de tiempo.

Pero eso es del todo incorrecto desde el punto de vista del propio Massa en su estrategia a largo plazo, la que en las páginas de esta Revista Hegemonía hemos expuesto y analizado en abundancia durante los últimos tres años, por lo menos. Diseñada para resultar en una hegemonía política duradera y no para ganar simplemente unas elecciones coyunturales, la estrategia massista ha dado ya la totalidad de sus frutos porque con llegar al ballotage teniendo a Milei como rival Massa ya logró sus dos objetivos primarios: absorber a un kirchnerismo aturdido, estupefacto y obligado a plegarse por falta de opciones y destruir al cambiemismo. Al lograr estas dos metas, Massa impone el fin del ciclo iniciado entre la caída de Fernando de la Rúa a fines de 2001 y la asunción de Néstor Kirchner un año y medio más tarde.

Néstor Kirchner recibe, al asumir la presidencia en 2003, el abrazo de Fidel Castro durante la ceremonia de asunción. Desde ese momento e incluso desde antes, al fracasar Fernando de la Rúa, empezaron a ser hegemónicas en la Argentina las ideas que Kirchner optó por representar, las del Estado presente y activo en la administración de la economía nacional, de la justicia social y un cierto progresismo que iba a ser aún más predominante con Cristina Fernández algunos años después. Esas son las ideas que hoy caen en desgracia al ascender Sergio Massa, quien probablemente mantendrá solo la máscara “progresista” en cuestiones no económicas para disimular todo lo posible el giro del péndulo.

Durante más de dos décadas la política argentina fue hegemonizada por el kirchnerismo de un modo cultural, es decir, las ideas dominantes de dicha política fueron las que primero Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández representaron. Ese es el ciclo que hoy termina dando lugar a un tiempo de nuevas ideas y, por supuesto, de una nueva hegemonía bajo la conducción de Sergio Massa. Pero para que ese cambio fuera finalmente posible era necesario hundir a ambos campos que fueron antagónicos a lo largo del ciclo anterior: el kirchnerismo y el antikirchnerismo genéricos, las dos ideas de país alrededor de las que se debatió la política argentina en las últimas dos décadas largas. Eso fue lo que Massa logró al meterse en el ballotage junto a Javier Milei dejando fuera de la discusión a todos los demás, tanto el kirchnerismo como su par dicotómico que es el antikirchnerismo.

Por un lado, Massa hundió al kirchnerismo militante y simpatizante sin disolverlo ni dispersarlo, sino más bien absorbiéndolo. Pese a la opinión siempre equívoca de los incautos —quienes a principios de este mismo año veían imposible que los kirchneristas siquiera votaran a Massa—, Massa logró no solo hacerse acompañar electoralmente por todos los kirchneristas, sino que además logró la adhesión incondicional de esos kirchneristas a su proyecto político. Agobiado por una situación de emergencia permanente en la que siempre hubo un mal mayor enfrente, el kirchnerista fue entregándole su apoyo a Massa hasta verse totalmente absorbido por el massismo sin darse mucha cuenta de la metamorfosis a la que se lo sometía. Del “ese sapo no me voy a tragar” a un “Massa es la única opción para salvar la patria” sin escalas y en cuestión de pocos meses, he ahí el recorrido del kirchnerista en lo que va de este 2023.


Este es un contenido exclusivo para suscriptores de la Revista Hegemonía.
Para seguir leyendo, inicie sesión o suscríbase.

No puedes copiar el contenido de esta página

Scroll al inicio
Logo web hegemonia

Inicie sesión para acceder al contenido exclusivo de la Revista Hegemonía

¿No tiene una cuenta?
Suscribase aquí

¿Olvidó su contraseña?
Recupérela aquí.

¿Su cuenta ha sido desactivada?
Comuníquese con nosotros.